2022, fotografía propia. |
Sumisa aprendiz de atadora Shibari
Del deseo a la autoexploración
Desde hace unos años había anhelado ser modelo y/o
roppe bunny de Shibari, lo cierto es que había venido la pandemia y resultaba
un tanto difícil poder serlo.
Hubo oportunidades e invitaciones, todas ellas no se
concretaron, algunas pedían algo a lo que no estaba dispuesta hacer, así que
entre mi desanimo de no encontrar ese modelaje un tanto artístico-emocional[1] que buscaba, decidí irme
por una corriente que estaba fluyendo en Venezuela llamada “selfbondage”,
que no es más que atarse a sí misma.
El Shibari implica técnica, creatividad,
responsabilidad y un tanto de paciencia, el primer paso era conseguir las
cuerdas pertinentes, el segundo, lanzarme a algún taller para ir aprendiendo.
Suena a recetario, pero la vida no es así, por lo que tendría que pasar un
tiempo para conseguir cuerdas de algodón y otro más para llegar a mi primer
taller de ataduras básicas.
Cuando me regalaron mis primeras cuerdas recuerdo que
estaba hipnotizada, no podía con la emoción y de inmediato comencé a buscar
espacios donde pudiese aprender con una guía, lamentablemente me encontraba con
factores adversos como la lejanía, las horas tarde del taller, a veces el
precio que me hacían bajar los hombros por momentos.
Llego un instante en que se me ocurrió experimentar, algo muy autodidacta que fluyo de manera única, ya
que era mi cuerpo y las cuerdas.
Recuerdo que al finalizar mi primer autosesión
consulte a una de las personas que más admiro en el mundo de Shibari, la
señorita Danna, y le pedí me diera su opinión sobre mi “arte” (o intento de);
entre consejos y retroalimentación me dijo ¿Por qué no lo haces desnuda? …un
boom que estaba por descubrir… es que sentir una cuerda rozar tu piel: la
firmeza, la certeza, la suavidad, la conexión y concentración que me genera…de
inmediato me hacía entrar en un espacio donde conectaba con mi yo
interior, no a manera de meditación, sino de sentir el cuerpo en consonancia
con el alma.
Del autoconocimiento a la afectividad
Vinieron meses muy oscuros en mi vida, lo que más
deseaba y lo que menos tenía era un abrazo, así que un día me las ingenie para
crearlo con mis cuerdas, mismas que estaban a mi disposición siempre; ellas me
hacían sentir que yo misma era capaz de darme ese apoyo, esa caricia que mi ser
necesitaba.
Ahí descubrí que las cuerdas no solo son arte y
erotismo, también eran motores de afectividad.
De modelo a aprendiz de atadora
Reiterando mi deseo de aprender a autoatarme, logré
que una de mis amistades cercanas aceptara a ir conmigo a un taller de ataduras
básicas donde no solo aprendí varias de ellas, sino un extraño gusto por ser aprendiz
de atadora. Explico más de ello:
La idea original al ir al taller era ser yo la modelo,
es decir, la persona atada, lo cierto es que desde horas antes, mientras hacia
unas practicas en uno de los parques cercanos, mi amigo estaba dudoso, un tanto
nervioso por lo que iba a ocurrir en el taller.
Ya en el espacio del taller entendí que la seguridad
al estar haciendo un nudo y/o atadura es fundamental. Mi amistad me ato en
algunas prácticas, pero esa inseguridad que sentía se transmitía como si la
cuerda en sí fuera un hilo conductor de emociones, por lo que, al dar inicio la
atadura más elaborada, Lettho (mi amigo) prefirió ser la persona atada.
El instructor por momentos sentía que iba un poco
rápido, no me incomodaba del todo, le veía como un reto a seguir el ritmo:
cuando algo no me salía al 100, no desesperaba, improvisaba recordando un poco
de mis autosesiones, llegando eventualmente una corrección por parte del
instructor ¡y listo!
En torno a la sensación de tener a alguien atado te
cuento que es una lluvia de emociones: no solo agradeces la confianza que
alguien deposita en ti para mostrarse vulnerable y permitirte usar su cuerpo
como escultura de arte, sino es una sensación de tener el control, que te hace
fuerte, responsable (de ti y la persona atada), segura de sí, en fin…emociones que te
alimentan el alma.
La concentración es indiscutible, iniciada la atadura,
no me permitía pensar en nada que no fuera mi amigo Lettho, la atadura y el
bienestar de Lettho. Algunas personas le encontraban un tanto difícil dividir
el foco de atención, no es por vanidad, pero, encontré cierta experiencia en
ello; lo que me pareció nuevo fue el poder de tener en mis manos a una persona
más alta, más grande físicamente que yo. Ese poder no me excito, pero si me
hizo sentir sumamente segura de mí misma.
Compartiendo un poquito del sentir de Lettho durante la experiencia, él me compartió que no sintió miedo o inseguridad en el momento de la atadura, sabía lo que yo hacía, confiaba en mí y se permitió fluir entre cuerdas. En el fondo él buscaba que yo aprendiera y gusto del proceso.
Para el momento de retirar las cuerdas, no quería que
fuera quitar por quitar, hice que las sintiera, que su piel, su camiseta, que
su interior conectara con ellas. Se que si les menciono que impregne energía en
ese momento (al igual que en todo el taller) no me van a creer del todo, pero así fue, canalice tanta energía
positiva como pude a través de las cuerdas.
Ya en el aftercare, busqué darle un masaje y un abrazo
a su torso, después de una sesión llena de energía y
autoconocimiento/autoeficacia, fue mi manera de agradecer esa confianza
depositada en mi persona.
No se si pronto se vuelva a repetir la experiencia, pero sin duda fue un taller que me hizo aprender más de mi alma sumisa que no deja de sentir excitación, amor, deseo, pasión por entregarse a su Sr.V, misma que encontró un gusto en atar a alguien que no sea precisamente ella misma.
Algo que no puede pasar desapercibido, es que una vez que sientes la gran responsabilidad de lo que implica el control de otra persona, valoras (y agradeces en mi caso particular) el control que tu D (Dominante) ejerce en ti, ya que llega un punto donde en una sesión te preocupas más por la otra persona que en ti: se requiere concentración en la práctica que se esta realizando, atención a tu s (Sumi), atención en tu autoregulación, etcétera, etcétera.
Mi admiración y respeto para l@s D, principalmente, mi Sr. V.
[1] En el sentido de
lograr lo que hace el arte: transmitir emociones.
Angehn
Soy una aprendiz de Sexualidad, Afectividad, BDSM, entre otras cosas. He encontrado placer y felicidad en compartir un poco sobre estos temas que por tabús, normas sociales dominantes y otras circunstancias, les reprimimos, ignoramos y/o limitamos. Te invito a disfrutar de mi esencia sumisa simbolizada en Mi sangre BDSM...