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Guiños del origen de mi Sumisión II
En Guiños del origen de mi Sumisión narré un sendero donde encontré placer en el beneplácito de la persona que consideraba mi autoridad. Recientemente en un ejercicio de auto reflexión para responder Preguntas de una Sumisa, descubrí un camino de hace 14 años, que se los comparto a continuación.
Esta historia tiene su origen en mi educación básica, en un grupo pequeño en el que iban y venían alumnos. En uno de esos años ingresó un compañero nuevo (a quién llamare N), que en el primer año de convivencia fue completamente ajeno a mí, pero al segundo año que coincidimos las cosas cambiaron, pues seguido llegaban una especie de cartas a mi butaca en donde venía una pregunta con lápiz “¿quieres ser mi novia?”. Siempre evadía la respuesta, en ese momento para mí tener un novio era algo malo, recuerdo la voz de mi mamá diciendo -están muy pequeños para eso-.
Avanzó el tiempo, llego Diciembre, en la escuela hubo un convivio previo a salir de vacaciones, las bancas estaban alrededor del aula, había música, comida y botana. Yo estaba sentada comiendo y llego un amigo de él diciéndome -dice N que si quieres ser su novia-. Voltee a verlo, él estaba completamente rojo, tímido en el otro extremo del salón. Esa vez, no sé, algo de mí dijo -ok, sí-. Por fin se acercó, platicamos, quedamos que no le diríamos a nadie de que éramos “novios”.
Entramos en vacaciones, para este entonces, casualidad o no mi mamá y su mamá eran muy amigas, así que su mamá invitó a la mía a una Posada[1] que iban a organizar en su casa. Esa noche llegamos algo puntuales, él nos abrió la puerta, entramos, fuimos los primeros en llegar así que mi mamá le ayudo a la suya a acomodar unas cositas finales, yo salí con él a platicar en el patio de su casa, la idea era enseñarme a su perrito algodón.
Ya en el patio, estaba algo obscuro, me gustaba molestarlo verbalmente, seguro algo le dije porque me derribó en el pasto. Él estaba casi sentado en mi vientre, tomo mis muñecas y las alzo a la altura de mi cabeza, yo intente derribarle, esta vez mi fuerza falló. Él me sujeto fuerte con una mano mis dos muñecas y con la otra comenzó a hacerme cosquillas. Lo odie profundamente en ese momento, pero me gusto. Él pedía que me disculpara y yo no pensaba hacerlo, así que él hubiese continuado de no ser que escuchamos voces de nuestras madres, me levantó y fingimos que nada ocurrió.
Las personas comenzaron a llegar, se realizo la posada y cuando acabo, se empezó a repartir comida, en ese momento yo estaba con otra compañera de la escuela y la prima de mi noviecito, quien nos dijo -N me dijo que hoy iba a venir su novia, ¿no saben quién es? -. Lo odié por decirle a su prima, pero obviamente no le dije -Soy yo-, solo fingí demencia.
Al final de la reunión, fuimos los últimos en irnos, yo no había olvidado que me “debía” el haberme derribado, así que le golpee inesperadamente con cacahuates que había en una canasta. Fue divertido hasta que nos vieron nuestras mamás y nos pusieron a limpiar.
Las vacaciones acabaron, volvimos a clases. Debo decir que en todo mi nivel básico nadie me quito el primer lugar de la clase, no niego que era interesante cuando sentía esa competencia de él que solía estar en segundo o tercer lugar (y era mucho mejor que yo en inglés.)
Al regreso a clases la profesora nos acomodo por lista, casualidades de la vida, él se sentaba delante de mí. Llevamos con regularidad nuestras clases, cuando acabábamos pronto nuestras tareas, nos hacíamos maldades, él me quitaba mis plumas, yo las suyas. Cuando yo ya había acabado mis actividades y él no, me gustaba meter las manos debajo de su respaldo para hacerle cosquillas y espantarlo. Amaba ver su rostro de “me las vas a pagar”.
En clases, en el receso, en ensayos de bailables, saliendo de la escuela, nos molestábamos todo el tiempo, me gusta pensar que nos causaba cierta satisfacción porque lo sentía mutuo.
Tristemente ese año escolar acabo y a él lo cambiaron de escuela, no niego que si extrañe no tenerle en aulas, no fue lo mismo, vinieron competencias sucias y desleales de compañeros y compañeras de clase.
Nos volvimos a ver cuando su mamá y mi mamá se comunicaron, su mamá nos había invitado a una nueva posada. Ahí nos volvimos a ver, él estaba con sus amigos, yo con una amiga. Como ya era común en nosotros, a la menor distracción nos hacíamos cosquillas, nos correteábamos y en esa ocasión si logre derribarle. En fin, la pasábamos bien.
Vino la época de entrar a la secundaria, había una posibilidad de entrar a la misma escuela, recuerdo que N le dijo a su mamá cuando se enteró - ¡Siii!, espera, ¡No! Ella me va a molestar-, su mamá se rio, yo solo le dije -Señora, soy una criatura tierna e inofensiva, ¿cómo podría molestar a su hijo? – y es que siempre he tenido carita de ángel pero de vez en cuando saco el demonio interior.
Por razones de la vida, no, ya no volvimos a coincidir en la escuela, de hecho, no nos volvimos a ver hasta dentro de 2 o 3 años cuando fue una fiesta de su prima. La reunión fue en un salón grande, él andaba corriendo, yo bailaba con mi papá. No niego que esperaba que me sacara a bailar o me hablase, pero volvió a actuar tímidamente y me evitaba.
Entramos en la Preparatoria, yo me fui a otro estado de la República, él seguido se encontraba a mi mamá, ella me contaba que le veía y aun le saludaba, yo, jamás le volví a ver.
Ciertamente escribir estas líneas me causa nostalgia porque viví momentos agradables con él: una competencia muy sana en la parte académica, constantes momentos de excitación y algo de morbo que duro varios años (para mí por lo menos).
En algún momento hice el esfuerzo de contactarle, pero ya nunca respondió. Espero que tenga una buena vida, la merece. Si algún día lee esto, ojalá que sepa que varios años fue mi fantasía y nada, le deseo lo mejor.
¿Y esta anécdota qué tiene que ver con BDSM?
Que recordé aquella vez en que me derribo (cosa que no lograban tan fácil en aquel entonces los hombres), esa ocasión en que me tuvo sometida físicamente y que desde niña me causo excitación.
Por otro lado, con él vivía constantemente la práctica de #Tickling, este juego en donde hay control y dominación a través de cosquillas, pues entre más potente fuese, más causaba placer.
No fue propiamente BDSM, pues no sé si él lo disfrutaba, pero a mi me encantaba tentarle para que él me las hiciera o intentara someterme otra vez.
En fin, estimulantes recuerdos.
[1] Son tradiciones en México durante la época navideña. Se celebran desde 9 días antes de Navidad, las personas rezan y cantan villancicos cada día. Los caseros ofrecen ponche, cañas, naranjas o mandarinas y una bolsita con dulces y cacahuates llamada colación, sin faltar las piñatas llenas de dulces. https://bit.ly/3wrD9Rj
Entrada recuperada del Blog Fuego en Libertad publicada el 10 de julio del 2021 con el nombre Un origen más remoto- Anécdota.
Angehn
Soy una aprendiz de Sexualidad, Afectividad, BDSM, entre otras cosas. He encontrado placer y felicidad en compartir un poco sobre estos temas que por tabús, normas sociales dominantes y otras circunstancias, les reprimimos, ignoramos y/o limitamos. Te invito a disfrutar de mi esencia sumisa simbolizada en Mi sangre BDSM...
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